31.12.07

regreso al trópico

Hace trece años que no vivo en un lugar sin cuatro estaciones: ahora cuento con las variaciones de lluvia/nubes/número de lagartijas sobre el asfalto para marcar el paso del tiempo. A diez metros de la ventana, el río sube y baja con la marea; se me ocurre la idea de que si viene un huracán estoy frita, por qué cresta arrendé el primer piso encantada, quizás idiotizada, por la vegetación que lo rodea, el olor a agua, y los gatos -guatas al sol- en el jardín. Sin los Andes a la vista necesitaba dónde descansar los ojos después de tanto andar y el río me llamó a su lado.

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